Los trafkintu son espacios de intercambio de semillas y plantas que propician la conservación de la biodiversidad alimentaria, que en diferentes épocas del año congregan a numerosas/os guardianas/es de semillas en distintas partes del país. Éstas, así como otras actividades comunitarias llevadas a cabo por grupos de huerteras/os, se han visto paralizadas dado el contexto de confinamiento y distanciamiento social que hoy en día vivimos. Sin embargo, por medio de diferentes canales digitales de comunicación, organizaciones y comunidades persisten en continuar con la circulación de los saberes para propagar las semillas libres a lo largo y ancho del territorio. Es así como ONG CETSUR se suma al esfuerzo de tender puentes entre grupos de huerteras/os, curadoras/es y aprendices, gestando en conjunto un proceso para seguir avivando encuentros e intercambios virtuales de semillas en tiempos de pandemia.
Con la iniciativa “Circulación de semillas y saberes para la soberanía alimentaria”, ONG CETSUR ha buscado abrir un espacio reflexivo en torno a los fundamentos de los intercambios de semillas y la apuesta en común de experiencias en relación a este sistema de transmisión agrícola-cultural, que permitan fortalecer los elementos éticos asociados a la circulación de semillas tradicionales relevando su riqueza como patrimonio colectivo de los pueblos, gestando un proceso que potencie los nexos entre sus participantes. El 29 de agosto se llevó a cabo el Encuentro de carácter interregional, que congregó a 48 organizaciones vinculadas a las huertas, curatoría de semillas y producción para autoconsumo de las regiones de Biobío, La Araucanía y Ñuble. La actividad contó con la participación de Lilian Barrientos, agroecóloga, Eris Coronado, curadora de semillas de Temuco, Leslie Retamal, miembro de la Unión Comunal de Huertos Orgánicos de Tomé, y María Elena Molina, de la Agrupación Agroecológica Las Camelias de Quirihue. A partir de sus exposiciones se profundizó en los fundamentos éticos y culturales de los intercambios, el rol de las guardianas de semillas en la conservación de la biodiversidad, además de intercambiar experiencias sobre cómo se han sostenido en el tiempo los trafkintu en distintos territorios.Glenda Rubilar, agroecóloga del área de formación de CETSUR y coordinadora de los encuentros en Biobío y Ñuble, explicó que antes de decidir la vía por la cual se realizarían las jornadas de intercambio, como equipo llevaron a cabo una consulta entre las organizaciones participantes, para así contar con un catastro de la disposición y nivel de manejo de las personas con las tecnologías que se emplearían para desarrollar la actividad. “Primero preguntamos la opinión a cada una de las agrupaciones de curadores de semillas para evaluar cuáles podrían ser las posibilidades de hacer este intercambio y la respuesta nos sorprendió porque se despertó un entusiasmo, todos estaban dispuestos a intentarlo a no perder el contacto entre sus amigos, conocidos con quienes se reunían más de una vez al año. Luego de este primer acercamiento consideramos que lo más oportuno era generar 3 encuentros el primero de carácter interregional que nos ayudara a contextualizar y los otros 2 que correspondieron a las jornadas de intercambio de semillas, se organizó una en La Araucanía y otra que reunió a los grupos de Biobío y Ñuble”.
Para Ángela Fierro Aedo, representante del huerto Taller Laboral Santa Amalia de Lirquén, los espacios convocados fueron valorados principalmente por su aporte en la comunicación entre huerteros/as y maestras de distintos territorios, “estuvo muy bien organizado y fue muy grato compartir este encuentro virtual en cuarentena, fue una experiencia nueva y nos sirvió para conocer lo que están haciendo en otras localidades las compañeras con las que antiguamente hacíamos los intercambios, este año ha sido todo nuevo por la pandemia”. Por otra parte, Ángela manifestó su preocupación por enterarse de que algunas agrupaciones de huerteros/as del Biobío han perdido los espacios en donde estaban alojados sus huertos comunitarios, esto producto la situación actual de emergencia sanitaria, “es muy lamentable que varios grupos ya no tengan un espacio donde puedan trabajar, a nosotros no nos han quitado el espacio y podemos seguir trabajando cuando podamos volver. Para mí es muy importante a nivel comunitario mantener las redes de huerteros en funcionamiento porque así se continua con la tradición tan hermosa que nos une año a año para seguir rescatando y preservando las semillas y saberes”.
Tras este primer encuentro siguieron los intercambios de semillas virtuales. El 23 de septiembre tuvo lugar el Primer Intercambio Virtual de Semillas con Memoria de La Araucanía, en donde participaron 19 huerteros/as, maestras y aprendices de curatoría de semillas. María Cayumán, participante de esta instancia, destacó que “fue entretenido este nuevo formato para el trafkintu, la emoción que se tiene cuando uno intercambia de manera presencial creo que igual se logró, pienso que la esencia del intercambio, esa emoción del tener esa semillita y después volver a plantarla, colocarla en su semillero y también la modalidad para entregarlas a través de encuentros coordinados (con distanciamiento) o por envío, considero que también resultó de buena manera”. Además, agregó que le pareció interesante lo que sucedió en esta modalidad virtual “se produjo algo en esta manera de activar los trafkintu, que en los trafkintu normalmente es más difícil que suceda, que es conocer con nombre y apellido a la persona que me está haciendo el intercambio, porque de otros trafkintu que se han realizado de manera presencial me pasa que tengo semillas que yo no recuerdo los datos de quiénes son, solamente el lugar en donde fue el intercambio”.
En tanto, el 26 de septiembre se convocó al trafkintu entre las organizaciones de Biobío y Ñuble, el que reunió a 55 personas, quienes acordaron e identificaron las semillas por las cuales tenían interés, lo que se fue registrando en una matriz para posteriormente concretar los encuentros de entrega o los envíos para cerrar el ciclo del intercambio. “El intercambio en sí no ha sido un proceso muy fácil porque hemos estado en cuarentena y con cordones sanitarios, los costos de envío por un sistema de encomienda tienen un precio a veces elevado y ha sido un poco complejo. Sin embargo, la gente ha buscado la forma de poder hacer llegar sus semillas a quienes le comprometieron. Junto a eso se fueron sumando más intercambios, la gente se comenzó a motivar y se hicieron más intercambios de los que se habían acordado, lo que es muy gratificante”, señaló Glenda Rubilar.
A partir de la apuesta de los intercambios virtuales se van materializando intercambios directos entre huerteras/os de distintos grupos y territorios, proceso que aportará en el florecimiento de las huertas en primavera, para seguir conservando y propagando las semillas campesinas entre quienes se encuentran sembrando un mejor futuro.