La pregunta por el lugar del conocimiento construido desde las ciencias es, por estos días, legítima y pertinente. La privación de las condiciones básicas para vivir con dignidad es una realidad que se expande de manera tan rápida y voraz como el virus que ha sumido al mundo entero en “condición de pandemia”. Tras ello, teorías, modelos, estrategias y desarrollos tecnológicos pierden sentido y ponen en entredicho las bases epistemológicas del pensamiento racional moderno, generando dudas respecto del para qué y para quiénes se acumula dicho pensar. Algunos estudiosos (Leff, 2006)1, de hecho, asumen la actual crisis ambiental como una crisis del conocimiento, en tanto modalidad explicativa que descansa en la unicidad del pensamiento disciplinario.
Desde el quehacer de nuestro colectivo, compartimos la necesidad de cuestionar las pretensiones universalistas y las formas dominantes del saber ilustrado, y nos aproximamos a escenarios heterogéneos en los que reconocemos, por ejemplo, la existencia de distintas significaciones asignadas a la naturaleza, encarnadas en valores, cosmovisiones e identidades, y con ello una multiplicidad de formas de cimentar sabidurías. De allí nuestro convencimiento por la reactivación de las artes y oficios tradicionales, donde el saber especializado va entrelazándose en su trayectoria con la ética y la poética de la vida misma.
Resituar y legitimar el lugar de estos saberes, calificados hasta ahora como otredades de interés científico, es un primer paso para la creación colectiva de espacios donde la convivencia respetuosa entre seres vivos sea posible. En este camino, asumimos el Diálogo de Saberes como una aproximación que supera la idea de enfoque y método, explorando la complementariedad de visiones para la búsqueda de nuevas síntesis que colaboren con la diversidad del vivir y morir bien (Haraway, 2019)2. Asimismo, recogemos la urgencia por desoccidentalizar las narrativas que dan interpretación a los territorios en un amplio sentido (Tuniwai, 2016)3 y, por ello, la necesidad de revisar críticamente las estrategias y metodologías emanadas de reinos disciplinarios tan distintos como las ciencias sociales, el arte y la ecología.
Hoy más que nunca sentimos que es imprescindible prospectar otras formas para nuestro reconocimiento en diversidad, y activar experiencias donde la construcción de los saberes no se disocie de nuestras prácticas y relaciones cotidianas. Por ello, invitamos a todos/as quienes quieran sumarse a pensar colectivamente nuestro lugar en este planeta, a abrir caminos para diálogos fructíferos basados en la ética común del Buen Vivir, que incentiven la co-construcción de saberes para la vida.
Equipo ONG CETSUR
1 Leff, Enrique (2006) Racionalidad ambiental. Siglo XXI editores. México.
2 Haraway, Donna (2019) Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Edición Consonni. España
3 Tuhiwai, Linda (2016) A descolonizar las metodologías. Investigación y pueblos indígenas. Santiago: LOM Ediciones.