Los nuevos brotes primaverales remueven de la quietud invernal aquellas energías que invitan a la renovación, y que estimulan el deseo de seguir buscando la transformación del lugar que ocupamos como humanidad, en tiempos de desasosiego y perplejidad civilizatoria.
Pese a los reveses y adversidades de los últimos tiempos, que muchas veces parecieran crecer y agudizarse, insistimos en volver a potenciar el encuentro colectivo, recuperando sensibilidades y movilizando reflexiones críticas que propendan al reconocimiento de las AgroCulturas y los territorios del sur del mundo. Para ello, escuchamos con atención las voces de maestras y maestros de oficio, quienes traen al presente conocimientos, éticas y estéticas locales, que alimentan a su vez el impulso por una “buena vida” o “Küme Mongen”, en la que seres humanos y no humanos puedan reconocerse en el respeto y la armonía de sus propias existencias.
En estos últimos meses, hemos abierto las puertas de nuestra casa en la comuna de Tomé, Región del Biobío, invitando a quienes se sientan convocados a restaurar el vínculo con la huerta, la artes culinarias y las materias primas nobles, mediante distintas experiencias pedagógicas y creativas. Asimismo, y en coordinación con organizaciones campesinas y mapuche de la Región de La Araucanía, hemos puesto en diálogo las distintas aproximaciones hacia los intercambios de semillas y Trafkintu, priorizando su sentido político y de defensa de la soberanía alimentaria, alertando también sobre la amenaza corporativa agroindustrial y la manipulación institucional de estos espacios de autonomía.
Como el aire que da vida al fuego y su fuerza transmutadora, continuamos fomentando instancias que aporten a un movimiento de restauración ecológica y cultural, de la mano de las artes tradicionales y la memoria.