El tiempo de otoño nos invita a entrar en el calor de la cocina y la despensa para acercarnos a la experiencia alquímica de la conservación. Nos preparamos para el invierno y los frutos cosechados por la generosidad del verano se transforman en conservas, mermeladas, encurtidos y otras delicias que dialogan con el paso del tiempo, auxiliados por las cualidades de manos expertas.
El tiempo de otoño nos convoca también al encuentro y a la reciprocidad del saber compartido a través de los Trafkintü e intercambios de semillas, que por estos días se dispersan y acrecientan por los territorios del sur del mundo, en un gesto de conexión con la fuerza diseminadora del viento.
Desde este pulsar otoñal, compartimos con ustedes algunos de nuestros haceres, animadas/os por la transformación y la restauración, y convencidas/os de la relevancia de los procesos campesinos autónomos para sostener los vínculos con la producción agrícola, las artes y la alimentación, en tanto fuentes nutricias para pensar mejores futuros posibles. Acompáñanos en este andar sembrador de diversidades y acrecentemos la vida en cada paso.