Una de las máximas de la racionalidad moderna es la de concebir a la naturaleza como un recurso inagotable, factible de controlar, manipular y dominar, puesto a disposición de la humanidad para la satisfacción de sus crecientes necesidades. Desde esta representación, que se distancia de la comprensión de la Tierra como el espacio-vida al cual pertenecemos, es posible comprender también las lógicas que sostienen el Modelo Alimentario Agroextractivista y la tecnología impulsada por la Revolución Verde, que ha transformado parte importante de los paisajes del mundo en espacios homogéneos, donde la diversidad biocultural no tiene cabida.
Bajo esta misma epsiteme, la temporalidad lineal, que sustituye el sentido cíclico de toda existencia y por ello se aleja y se desentiende del origen, alimenta una concepción del “progreso” en la que se gestan distanciamientos no sólo con la naturaleza sino también entre los mismos seres humanos. Por estos tiempos, el racismo y las pugnas político-territoriales activadas como parte de prácticas avasalladoras y coloniales, parecieran retratar con mayor fuerza las bases de esta racionalidad moderna, que insiste en eliminar cualquier indicio de pluralidad. Como contrapunto, no obstante, brotan desde distintos lugares nuevas sensibilidades que buscan volver al origen, retomar memorias olvidadas y reconocer la ciclidad de la Tierra y sus pulsaciones.
Las AgroCulturas y las prácticas agreocológicas campesinas e indígenas, conforman un reservorio vivo de conocimientos y experiencias que sostienen la existencia de paisajes ecológico-culturales en los que se cultiva la biodiversidad, y donde es posible encontrar señales para la recuperación de la interrelación entre especies y ecosistemas, las que por milenios han sostenido la existencia humana y sus formas de co-habitar los territorios, desde una perspectiva biocéntrica.
El escenario actual en el que el mundo se desenvuelve, pone en evidencia la necesidad de reposicionar estos saberes y abrir diálogos fructíferos entre la multiplicidad de expresiones que sustentan la vida en su amplio espectro, recogiendo en ello las claves éticas que las AgroCulturas nos entregan para encaminarnos en el desafío de la coexistencia.
Comité editorial ONG CETSUR