Hemos iniciado un nuevo ciclo estacional y la primavera, pewü en mapudungun, anuncia la llegada del tiempo de nuevos brotes. El descanso del reciente invierno gestó fertilidades que hoy se manifiestan en toda su diversidad: aves que anidan, plantas que germinan y árboles que florecen. La huerta recibe los nuevos almácigos y poco a poco se surte de bellos y variados colores, en este afán de crianza mutua para resguardar el alimento de los próximos meses. La vida se muestra en mayor plenitud y, atendiendo a esta sintonía, reanudamos el diálogo con la naturaleza, la tierra y los astros que nos acogen.
El mes de octubre, por su parte, se puebla de fechas emblemáticas para las mujeres huerteras, campesinas e indígenas, quienes continúan disputando legitimidades y espacios de reconocimiento ante aquellas efemérides que sobreviven anquilosadas al poder hegemónico. De un 12 de octubre, que de manera anacrónica insiste en disfrazar un genocidio de envergadura continental a partir del lema “encuentro de dos mundos”, transitamos a un 15 de octubre, Día Internacional de las Mujeres Rurales[1], instancia que da pie para el reconocimiento del papel fundamental de las mujeres rurales en la agricultura, en el sostenimiento de sus familias y sus territorios, y que pone en evidencia las barreras estructurales discriminatorias que las mantiene en la invisibilidad en el mundo entero. A esta fecha le acompaña el 16 de octubre, Día de la Acción Global por la Soberanía Alimentaria, a través de la cual el movimiento campesino mundial, representado por Vía Campesina, realiza un llamamiento a la acción por el derecho humano a la alimentación, cuidando no solo el acceso, sino las garantías a una alimentación saludable, sana y culturalmente apropiada para los pueblos. La Soberanía Alimentaria se traduce en la recuperación de prácticas de producción agroecológicas, en el acceso libre a las semillas, al agua y a la tierra, en el reconocimiento de los saberes locales y tradicionales para la conservación de la biodiversidad y en la valorización del lugar de las mujeres en el sostenimiento de los equilibrios ecosistémicos.
Sellamos este octubre transformador con la conmemoración del segundo aniversario de un 18 de octubre, donde, siguiendo la cadencia de un estallido, se materializó el malestar colectivo de chilenos y chilenas ante la desigualdad y la falta de dignidad de un modelo de mercado despiadado y de un sistema político desacreditado. Sin superar el dolor y las secuelas de la violencia estatal, poco a poco colectivos, organizaciones y comunidades activan lazos y redes para cimentar nuevos caminos que permitan repensar la vida. Se trata de una conversión paradigmática, que trae luz y esperanza para quienes habitan nuestro planeta hacia la construcción de buen vivir .
[1] El Día Internacional de las Mujeres Rurales fue instaurado por la Asamblea General de Naciones Unidas en el año 2007