En el último tiempo hemos vinculado nuestro trabajo con establecimientos educacionales básicos, medios y universitarios como estrategia para impulsar, de manera colectiva, acciones de formación y divulgación de las AgroCulturas, contribuyendo así a la preservación de la biodiversidad cultivada y la soberanía alimentaria de los territorios al sur del mundo.
El entorno que rodea a un establecimiento educacional posee valiosos recursos que, pedagógicamente, pueden ser empleados para llevar a cabo diversos procesos de aprendizaje con la comunidad educativa, siendo uno de ellos la ‘huerta escolar’. Su potencial educativo es muy amplio y transversal a todas las asignaturas, debido a que requiere de una serie de conocimientos para su planificación, construcción y cuidados, donde estudiantes, profesores, padres y apoderados pueden aportar desde sus saberes, generando nuevos aprendizajes colectivos.
Es por ello que, durante el año 2022, ONG CETSUR priorizó el retomar los lazos presenciales con establecimientos educacionales luego de casi dos años de distanciamiento debido a la pandemia. Así, en las Regiones de Ñuble y Biobío se implementó el proyecto ‘Vamos huerteando en comunidad’, financiado por el fondo Elige Vivir Sano Covid-19, del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, donde desde mediados de agosto el equipo inició la instalación de huertas educativas en el Liceo Domingo Ortiz de Rozas de Coelemu, el Liceo Pencopolitano de Penco y la Huerta Comunitaria Germinar de Talcahuano. “Este es el primer paso para iniciar un camino que busca promover las huertas como un entorno educativo para la comunidad, trascendiendo la visión de que únicamente es un espacio de producción de alimentos. Aquí trabajamos junto a liceos y espacios comunitarios con quienes hemos mantenido vínculos a través de actividades de mediación, intercambios de semillas y saberes, entre otros, para que puedan contar con una infraestructura que abre las posibilidades para el aprendizaje y reconexión con la naturaleza y los alimentos”, señaló Paula Fuentealba, asesora metodológica de la iniciativa y encargada de Gestión Cultural de CETSUR.
Por su parte, en la Región de La Araucanía se establecieron alianzas con la Escuela Municipal E- 493 Villa Carolina y el Programa Rüpü de la Universidad de La Frontera para generar espacios de encuentro entre estudiantes Mapuche y Maestras de Oficios. En la Escuela Villa Carolina, 78 alumnas/os de 7° y 8° compartieron con la Lamien Magdalena Huiriqueo sobre Cosmovisión Mapuche, visitaron el Departamento de Ciencias Forestales de la Universidad de La Frontera donde conocieron sobre reproducción de semillas y plantas en peligro de extinción, para, finalizar con la presentación de un proyecto orientado a la construcción de una Tukukawe (huerta en Mapudungun) en el establecimiento educacional.
Por otro lado, a través de la alianza con el Programa Rüpü de la Universidad de La Frontera, un total de 67 estudiantes de diversas carreras vinculadas a las ingenierías y ciencias sociales de las Regiones de Ñuble, Biobío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y Aysén, participaron en cuatro cursos implementados por ONG CETSUR, vinculados a la huerta Mapuche, las hierbas medicinales, la apicultura y la Cosmovisión Mapuche, donde a través de una metodología eminentemente práctica, compartieron con maestras Curadoras de Semillas en el espacio de sus huertas.
Para la Trabajadora Social Javiera Bravo Burdiles, Encargada del Área Sociocultural del Programa Rüpü de la Universidad de La Frontera, planificar estos talleres “fueron un gran aporte al Programa Rüpü, ya que lograron acercar a los/as Estudiantes a la cultura Mapuche desde los territorios de la región, a través de la sabiduría de diferentes mujeres Mapuche y sus saberes que, amablemente, se abrieron a compartir. Por parte de las/os Estudiantes identificamos que existe un gran interés por conocer la cultura, tengan o no ascendencia indígena y de diferentes carreras, destacando las ingenierías”, señaló.
Reactivar el encuentro con las comunidades educativas ha sido un gran desafío el presente año, el cual seguiremos profundizando y ampliando el 2023, más aun con la reciente aprobación por parte del Senado del Tratado Transpacífico -TPP11, buscando, desde la vinculación con las/os jóvenes urbanos, reivindicar el derecho de los pueblos a decidir cómo alimentarse o de quién depende su alimentación, a preservar la concepción de la semilla como fuente de vida y diversidad, evidenciando las amenazas de un modelo agro-alimentario basado en el extractivismo, y que ha puesto en riesgo la vida de todos los seres que habitan nuestro planeta.