El sentido cíclico del tiempo: El año vuelve a su inicio, la naturaleza vuelve a empezar.
María Cayuman Sánchez. Curadora de Semillas, de la comunidad Juan Tranaman, territorio Cancura, de la comuna de Nueva Imperial.
Hace poco celebramos el Wüñol Tripantu en el Pueblo Mapuche, recordando el viaje de Antu (sol) como un proceso largo y cíclico, donde la vida está en constante renovación.
En el hemisferio sur, durante el solsticio de invierno, cuando los rayos del sol caen directamente sobre el trópico de cáncer, en la noche más larga y el día más corto, celebramos el Wüñol Tripantu. Día a día la noche se acorta y el día se alarga a la distancia de una “pata de gallo”, mostrándonos la renovación de la vida, de la tierra, de los animales. Toda la naturaleza vuelve a renacer gracias al Pukem (invierno) con sus lluvias intensas, dando paso al Pewü (primavera) con su tiempo de brotes, a la aparición de los furtivos rayos de sol y las primeras flores.
En este proceso de vuelta del sol se genera un estado de paz y armonía que nos permite contemplar y escuchar a la Ñuke Mapu (madre tierra), es el momento de pedir permiso a los Ngen (espíritus) de los Trayenko, Leufü y Lafken para lavarse en sus aguas y que se lleven todas las enfermedades del cuerpo y del espíritu, pues necesitamos limpiar el Piuke (corazón), pedir Newen (fuerza) y Kimun (conocimiento).
Así comenzamos un nuevo ciclo, equilibrando el Piuke (corazón), las emociones y las palabras, reconociendo que no hay diferencia entre las personas, que nos complementamos hombres y mujeres, con la naturaleza y con los seres que la habitan, con lo terrenal y lo espiritual. Todos/as somos parte y somos uno, nos necesitamos mutuamente, somos un continuo dentro del mismo espacio y por tanto, el renacer del territorio depende del equilibrio de todos/as los seres que allí habitan, de todas las vidas sin excepción, del Itrofill mogen.